UN CUENTO PARA NAVIDAD O LA REALIDAD DEL MUNDO HUMANIZADO
Fui de visita a cada de *R, una amiga de la infancia, tras largos años de alejamiento mutuo. De pronto, a través del cristal de la puerta del balcón, vislumbré una escudilla, señal evidente de que allí había un animal encerrado, triste, solo y posiblemente mojado, ya que hacía una tarde desapacible y lluviosa. “¡Vaya! ¿Qué tenéis ahí? ¿Un gato?”, pregunté intentando no parecer brusca. Mi amiga, con evidentes signos de disgusto por haber sido pillada en falta, me dijo con desgana que se trataba de un perro.
Perros sin poder salir de un balcón que "bailan" para poder soportar el intenso calor.
Me levanté y abrí, sin que nadie me invitara a ello, la puerta del balcón y pasé a éste. Allí se encontraba Thor, un Yorkshire, ciego y prácticamente paralítico. Ímprobos esfuerzos me costó no evidenciar mi malestar, que iba en aumento, pero el caso es que acerté a preguntar civilizadamente acerca del animal.
Mi amiga me dijo que estaba ciego porque tenía diabetes y que no le daba alimentación adecuada para su enfermedad, por supuesto, tampoco lo medicaba. Además el perro tenía artritis, presentaba las cuatro patas rígidas, por lo que el pobre animal caminaba penosamente y se tropezaba con la pared del balcón. El desdichado animal estaba rígido, triste, temblando.
El hombre, animal enfermo... ¿Tendrá algún día el valor de intentar curarse?
Con cuidado lo dejé en el duro y frío suelo, al lado de un sucio trapo. Era su “hogar”. La puerta volvió a cerrarse y Thor, un ser sensible con forma de perro y nombre de dios escandinavo, se quedó solo, en tanto que las frías gotas de lluvia empapaban su aterido cuerpo acurrucado en el inmundo trapo hogareño. No he vuelto a visitar a mi amiga.
Gobela (Estación de metro.Bilbao) Diciembre de 2000
UN JUGUETE ROTO. FUE REGALO DE FIESTAS, PERO ERA UN SER VIVO.
TODOS LOS DÍAS MUEREN ASÍ perros que alguien desecha como JUGUETES ROTOS.
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